De todas las ternuras, las rojas, dan románticas lucecillas enamoradas; las tornasoles, ingeniosos cristales que quedan prendidos a la luz del alma; las transparentes, un fino rocío que escarcha el espíritu refrescándolo e hidratándolo, y las azules...
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... las azules dan eso, ternura en gestos cálidos, suficientemente cálidos para que aún a la distancia el espíritu pueda sentirla.
AHEO
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